Tzvetan Todorov recogió ayer en Oviedo el premio Príncipe de Asturias Sociales. También ha aprovechado su estada para presentar en Madrid su última obra, 'El miedo a los bárbaros' (editado aquí por Galaxia Gutenberg), que reflexiona sobre la inmigración, el concepto de cultura o el terrorismo islamista. Esto es, que como buena parte de su obra reflexiona sobre el tema del otro y los otros, él que nació en Bulgaria pero que vive desde hace cuarenta años en Francia. Exponente en su día del estructuralismo, hoy es uno de los grandes teóricos de la literatura. Todorov compartió la tarde ayer junto a otros premiados que recibieron los galardones de manos del Príncipe Felipe de Borbón y su esposa Letizia: la narradora canadiense Margaret Atwood, el director del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, Juan Antonio Abreu, la rehén colombiana liberada Ingrid Betancourt y el tenista Rafael Nadal, entre otros. Todorov se reclama hoy un humanista, entregado a la historia de las ideas.
- El jurado del Príncipe de Asturias dijo que Usted encarna el espíritu de unidad de Europa y un compromiso con las ideas de libertad, justicia e igualdad.
- Una humanidad amenazada siempre, dice, por la barbarie.'Quiénes son hoy los bárbaros?
Potencialmente, usted y yo. No se trata de individuos monstruosos e identificables de una vez. Somos nosotros en ciertos actos y actitudes que consisten en no reconocer la plena humanidad de los otros porque son diferentes. Verlos incompletos o imperfectamente humanos y tratarlos con indiferencia, condescendencia u hostilidad.
- Occidente tiene miedo.
El miedo presente hoy en los países occidentales puede llevarnos a conductas bárbaras, a la barbarie. El ejemplo más evidente es la tortura, practicada desde la antigüedad, pero que quedó prohibida con la Ilustración. Hoy el miedo es tan grande que se ha considerado que la tortura debía ser legal y oficialmente asumida. Hay que estar vigilantes ante el terrorismo, pero este camino no nos granjea la simpatía de las poblaciones afectadas y nos lleva a destruir la democracia.
- 'Qué le parece que en Francia se haya creado un Ministerio de Identidad Nacional y, también, la reacción contra los silbidos a La Marsellesa?
En cada sociedad hay grupos de intereses antagónicos y el Estado debe canalizar el conflicto. Me opongo a confiar a un ministerio la cuestión de la identidad nacional. La identidad nacional es algo en transformación. En cuanto a La Marsellesa, no hay que actuar sobre el síntoma, sino sobre lo que revela: jóvenes nacidos en Francia no comprenden en qué consiste la relación con su país.
- 'Qué piensa de la iniciativa del juez Baltasar Garzón de investigar los crímenes durante el franquismo?
Querer arreglar por leyes y procesos cuestiones de nuestro pasado me parece condenado al fracaso. Ese pasado conflictivo debe ser abierto totalmente a la investigación de los historiadores.
- 'Qué ideas nos dominan?
Una es que la economía, el mercado, debe decidirlo todo. Pero el objetivo no es la acumulación de riquezas, sino la vida social. Desde hace un mes parece que la crisis económica nos dice que el mercado implica, de hecho, la ausencia de toda consideración por el interés común.